Memoria Verata

¿Has visto los periódicos últimamente Lola? Ya sé que tú no acostumbras, pero si los leyeras verías que están exhumando fosas comunes de la Guerra Civil. La gente necesita encontrar a sus muertos, y honrarlos, y olvidar para recordar, supongo.
Ahora están buscando una en Villanueva de la Vera, cerca del pueblo en el que nació mi abuelo. Dice mi abuelo que en nuestro pueblo también hay una fosa común, pero de la posguerra, que parece aún más doloroso, más fuera de lugar (si cabe).
Es algo que todo el pueblo sabe desde hace 70 años, pero, aún hoy, nadie comenta. Es increíble que el miedo pueda sobrevivir 70 años. El miedo vive más que algunas personas; es más, se hereda, generación tras generación, para impedirnos ser libres.
Se supone -según esa gente que lo sabe pero ha olvidado ya quien se lo dijo, ni por qué, ni cuándo- que está cerca de la Garganta, cerca de las pozas en las que he pasado mi infancia a chapuzones.
Así que Lola, el miedo habita desde hace años en el mismo lugar que esa inocencia. En algún vado del río, entre roca y roca con forma de dinosaurio o de corazón, entre la tierra con la que construir castillos, y las zarzas llenas de moras que recoger en Septiembre, allí están escondidas esas mujeres (eran mujeres, dicen), esperando pacientemente 70 años a que uno de esos niños que juegan en la orilla conmigo crezca, y se haga un hombre o una mujer, y tenga principios, y pida justicia, y reclame su paz, y exija saber, y grite que alguien debería haber hecho algo hace mucho tiempo.